Nuestro viaje recorrió, desde Reus, las montañas más cercanas en paralelo a la costa. Las pistas combinadas entre pedregales y campos de árboles fruteros nos acercaron hacia el interior llegando al límite entre Catalunya y Aragón. El Ebro, a la altura de Miravet, tuvimos que cruzarlo en barcazas. En la frontera, Vallderoures nos acogeió uno de los hoteles más encantadores y la gastronomía nos deleitó por su calidad.
De vuelta, una ruta mas corta pero no menos bonita y una comida de despedida a pié de costa.