TRANSCANTÁBRICA Abril 2013, la genuina.

 

Tal cual. Sin falsas modestias puedo decir que el recorrido de esta Transcantábrica es de los mejores que se han hecho.

Nada más salir de Castro Urdiales, la vegetación y las pistas húmedas nos daban la bienvenida. El tiempo nos quiso avisar de que no sería un camino de rosas y nos dejó un chaparrón con una granizada que nos obligó a parar y equiparnos en serio. Los ATV, blancos de diminutas piedras de hielo, avanzaban entre charco y charco por lo que sería una avanzadilla de una de las mejores excursiones en quad que he realizado.

Los 14 ATV y Side by Side que disfrutaron del viaje tuvieron todas las comodidades. Desde INGRAVID trabajamos para que el cliente tuviera siempre lo mejor en cada lugar que visitábamos. Esta es la principal premisa de la Agencia. La asistencia tuvo que trabajar durante la primera jornada ya que el Can Am de Pedro tenía problemas de refrigeración. Por suerte, era sábado y el concesionario Autos Pola estuvo a la altura, solucionando el problema.

La ruta terminó en Aguilar de Campoo, en un espléndido hotel situado en el interior de un convento centenario. Una sorpresa agradable para los quadtreros que disfrutaron de una muy buena cena y un alojamiento realmente especial.

La segunda etapa nos llevaba hasta Villablino. Una ruta larga, rápida y con el encanto de unas pistas anchas entre campos. Nos levantamos pronto, desayunamos en Reinosa y nos dirigimos hacia León. Pocos kilómetros después nos esperaba un picnic de lo más completo. Creíamos que  quedaba poco ya que habíamos cubierto tres cuartas partes del recorrido, pero lo más bonito quedaba por llegar. En la subida hasta Villablinos, con más de 1.400 metros de altura,  nos encontramos con las primeras muestras de nieve.

Al salir de Villablinos, en la tercera parte de la Transcantábrica, nos volvió a sorprender la nieve. Mucha nieve. Incluso la furgoneta tuvo problemas para cruzar la cordillera en dirección a la Asturias más costera. Los montes verdes, los bosques espesos, los ríos, las cabañas en las pequeñas praderas, los caminos sinuosos y la sensación de estar realizando una aventura, nos llenó a todos de satisfacción. Los pueblecitos con sus orreos se sucedían en el camino…  Comimos en Casa Pipo, en Tuña, donde Toni nos atendió de manera excepcional. Después de la comida el objetivo era Luarca, pero antes tocaba hacer las fotografías de rigor.

En Luarca es como un pecado no cenar marisco. Hay que hacer un “esfuerzo” y probar un buen arroz. Y así lo hicimos. Mejor imposible.

La cuarta ruta volvía a ser larga y dura. La nieve, el agua, los charcos, no paraban de aparecer. Los trajes de agua se convertían en algo habitual. Las pistas, “hechas expresamente para conducir en quad”, eran espectaculares. El GPS a veces marcaba direcciones que parecían no existir. Simplemente nos teníamos que acercar y descubrir aquel pequeño, tapado, colorido hueco donde encarar las ruedas y aparecer de nuevo en un track de ensueño. Y así llegamos a Lugo. En el centro nos esperaba uno de sus buenos hoteles y, entre las murallas, la cena de gala. Una noche especial.

Al día siguiente no teníamos que madrugar mucho, por lo que el exceso en la comida no nos sentó del todo mal. La última etapa hasta Betanzos era corta con más y más camino de montaña. La zona gallega está llena de bosques de eucaliptos, olor a verde, subidas y bajadas exageradas, barro combinado con pequeños trozos de asfalto que unían las numerosas villas y una sensación agradable de frescor.

Todos llegamos contentos y más o menos a tiempo de comer una buena tortilla en una de las tascas de las calles del casco antiguo. Allí terminaba la excursión. La travesía fue culminada con éxito. Los participantes se abrazaron y a la organización le costó no expresar la emoción. A Pablo, Emili y Josep les costó relativamente poco que todo saliera bién. El éxito fue del grupo. Espléndido.

 

Josep Ricós